Jamás podremos estar seguros de que será la última vez, pero lo que sí podemos decidir desde ya es cómo nos comportaremos cuando metamos la pata. Sea que hayamos sido víctimas de los impulsos, estábamos borrachos, nos comprometimos con algo que no sabíamos hacer, discutimos sin necesidad o no nos hayamos expresado apropiadamente, existen tres caminos entre los cuales debemos escoger, responsablemente.
Hacernos los locos:
Esta actitud es típica del irresponsable y del hipócrita. Finge demencia y pretende que nada pasó. Con total cinismo mira a los ojos queriendo disimular con normalidad y cambiará el tema cada vez que la conversación se acerque al tema sobre el cual se cometió el error. Aunque parece estar actuando normal, su comportamiento preparado será tan evidente que hasta terceros se darán cuenta que algo no está bien. Al evadir la responsabilidad de sus actos simplemente conseguirá que nadie se sienta en confianza cuando él está cerca, hablarán de su hipocresía cuando no esté y el boca a boca hará su trabajo en pro de una muy mala reputación. ¿Quieres ser esa persona que todo mundo considera un falso?
Negarlo hasta la muerte:
Esta actitud es la más popular porque se ha convertido hasta en un consejo. Más de una vez escucharás la recomendación de que “negarlo funciona” queriendo ser partícipe de ese estúpido dicho que afirma que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Ninguna mentira puede ser convertida en verdad, lo único que puede ocurrirle a quien trate de tapar la realidad con una mentira es que viva por siempre engañado. Si al meter la pata decidimos asumir la postura del que lo niega todo seremos famosos por mentirosos y conocidos como desleales. Lo único para lo que funciona negar algo es para que perder amistades inmediatamente. Cuando otro conoce la verdad y sabe que le mienten de frente confirmará que le quieren ver cara de pendejo y, eso es igual a ofender. ¿Quién quiere ser señalado como el “sin pantalones”?
Admitirlo y enfrentarlo:
¿Metí la pata? Sí, es verdad. Es lo más inteligente que podemos hacer. Cuando aceptamos los errores los estamos corrigiendo inmediatamente. Nadie puede volver en el tiempo para hacerlo mejor, pero el presente nos da la oportunidad de repararlo al indagar sobre las causas para no volver a tropezar con la misma piedra, lo cual se convierte en aprendizaje para toda la vida. Si damos la cara, admitimos la responsabilidad sobre el error, escuchamos la perspectiva del otro lado y expresamos nuestro interés en solucionarlo estaremos ganando otra oportunidad. El boca a boca será sin duda positivo, ya no estarán hablando del error específicamente sino de la forma como lo solucionamos y no será cuestionada nuestra lealtad, nuestra virtud de confiables ni seremos catalogados como mentirosos. ¿No es mejor que si van a hablar de nosotros al menos alguien diga cosas positivas?
Meter la pata no es pulsar el botón que detonará la bomba nuclear para acabar con el mundo, pero si mentimos o nos hacemos los locos estaremos destruyendo al menos el nuestro.