El orgasmo es la respuesta neurovegetativa producida por el organismo debido a los estímulos que se han creado durante la fase de excitación. Cuando los músculos pélvicos y genitales llegan al máximo de tensión por la cantidad de sangre acumulada en ellos, envían mensajes a la médula. El orgasmo es la reacción refleja provocada por esos mensajes y esta reacción nerviosa provoca contracciones en la envoltura de los músculos.
El orgasmo femenino
Las contracciones se inician a intervalos de 0,8 segundos y su número puede variar mucho, disminuyendo después de intensidad, duración y frecuencia. Más que una respuesta localizada en la pelvis, es una respuesta total del organismo. La imaginación está directamente relacionada con el orgasmo, el cerebro tiene mucho que ver. Con la penetración se moviliza sincrónicamente toda la pirámide vulvar y se estimula el punto G y el clítoris. Toda mujer tiene la capacidad física de experimentar orgasmos.
Estos son los síntomas del orgasmo femenino:
Mayor aumento de la frecuencia cardiaca.
Aumento de la respiración.
Incremento de la presión arterial.
Sensación subjetiva de la explosión de placer.
Contracción del útero.
Contracción de la plataforma orgásmica.
Después del orgasmo, existiría en la mujer una recuperación del estado previo a la excitación. Aunque si es reestimulada antes de que disminuya la tensión sexual, la mujer es capaz de presentar varios orgasmos sucesivos.
El orgasmo masculino
Se dan entre 3 y 10 contracciones con un intervalo de 8 décimas de segundo entre cada una, en función de cómo de intensa sea la respuesta. Esto significa que un orgasmo dura de media entre 4 y 8 segundos. El hombre vive esta reacción fisiológica como una oleada de sensaciones placenteras.
Estos son los síntomas del orgasmo masculino:
Mayor aumento de la frecuencia cardiaca.
Aumento de la respiración.
Incremento de la presión arterial.
Sensación subjetiva de la explosión de placer.
Contracción del pene, la uretra y el esfínter.
Expulsión del semen al exterior.
Tras el orgasmo, en el hombre existiría la recuperación del estado previo a la excitación y se iniciaría el periodo refractario, por el cual el hombre no volverá a excitarse hasta pasado un tiempo, algo que puede variar según cada persona.