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sábado, 15 de octubre de 2016

La dramática historia de Jake Lloyd: el niño actor al que ‘Star Wars’ le arruinó la vida

Era 1999 y varias generaciones esperaban ansiosas un verdadero suceso cinematográfico: el regreso de “Star Wars”. Luego de la primera trilogía, aquel año se estrenó la cuarta película de la saga, “Star Wars Episodio I: La amenaza fantasma“.

El pequeño Jake Lloyd se puso en la piel de uno de los personajes más emblemáticos de la historia del cine: Anakin Skywalker, el joven jedi que se pasó al lado oscuro para convertirse en Darth Vader. El tierno niño de cabello rubio interpretó al famoso personaje cuanto apenas tenía 9 años.

Pero el camino de Jake Lloyd había comenzado algunos años atrás. En 1996 trabajó junto a Arnold Schwarzenegger en la exitosa película familiar “El regalo prometido” en la que el actor de “Terminator” debía conseguir el regalo que tanto ansiaba su pequeño hijo, interpretado por Lloyd.
Su camino en el mundo del espectáculo comenzó por la puerta grande, pero como para tantos otros niños actores, la popularidad se volvió un arma de doble filo. Solo dos años después del estreno de “Star Wars Episodio I: La amenaza fantasma”, Jake Lloyd se retiró de la actuación.

En una entrevista concedida al DailyMail en marzo de 2012, Lloyd explicó en qué medida su participación en la película de George Lucas había afectado su vida: “Star Wars convirtió mi vida en un infierno”, sentenció sin medias tintas.

“Algunos niños fueron muy crueles conmigo. Hacían el sonido del sable de luz cada vez que me veían. Fue una completa locura”, explicó. Pero, claro, ¿puede ser solo eso lo que hizo que a sus 9 años se sintiera tan mal? No. Lloyd contó que debía realizar unas 60 entrevistas por día con la prensa durante la promoción del film de George Lucas.

El joven actor confesó entonces que destruyó todas las cosas que tenía de la película y que no sería capaz de ver el film otra vez: “Para mí, volver a verlo ahora sería horroroso”.

Pero la pesadilla de Lloyd no terminó al alejarse de las cámaras. En marzo de 2015 fue detenido por agredir a su madre y en julio de ese año fue a prisión tras protagonizar una persecución policial a 160 km por hora.

En abril de 2016, Jake Lloyd volvió al ser noticia al conocerse que había sido trasladado a un centro psiquiátrico por pedido de su madre, quien informó que su hijo había sido diagnosticado con esquizofrenia siete años atrás.

Hoy, a sus 27 años, el ex-actor permanece en recuperación, pero el recuerdo de aquel adorable niño vagando por una galaxia muy, muy lejana sigue intacto.

Drogan y violan hasta la muerte a una adolescente de 16 años en Argentina

Los asesinos quisieron hacer creer que Lucía Pérez (16) había muerto a causa de una sobredosis de cocaína. Se sospecha que aún estaba inconsciente cuando la lavaron, la vistieron y la llevaron a un centro de salud: “Se desplomó”, dijeron al ingresarla.

Los médicos intentaron reanimarla, un procedimiento urgente y necesario que terminó resultando en vano porque la chica había muerto minutos antes. Pero los asesinos no pudieron ocultar los vejámenes a los que la habían sometido y que fueron los que finalmente le provocaron la muerte: tras drogarla y violarla, la empalaron.


“Fue sometida a una agresión sexual inhumana”, sintetizó la fiscal del caso.
La chica salió de su casa en la mañana del sábado y fue a lo de Matías Gabriel Farías (23), a quien había visto el día anterior. “El le había dado un cigarrillo de marihuana” y al parecer, según los investigadores, “habrían entablado una especie de relación sentimental; ella tenía 16 años y él 23, pero aparenta menos”.
“Fue sometida a una agresión sexual inhumana”, sintetizó la fiscal del caso.
La chica salió de su casa en la mañana del sábado y fue a lo de Matías Gabriel Farías (23), a quien había visto el día anterior. “El le había dado un cigarrillo de marihuana” y al parecer, según los investigadores, “habrían entablado una especie de relación sentimental; ella tenía 16 años y él 23, pero aparenta menos”.

La fiscal confió a la prensa que ambos imputados se dedicaban a vender drogas en inmediaciones de escuelas. Lucía cursaba el último año de la secundaria en la Escuela Media N° 3, de Juan B. Justo al 600, cerca del puerto.

En la casa de Farías, en Racedo al 4800 del barrio Playa Serena, la joven fue drogada y abusada. La fiscal contó que allí “se le proveyó de cocaína en abundancia, también de cigarrillos de marihuana y, mermada su voluntad, se la sometió a un vejamen terrible, ya que fue violada vía vaginal y anal, no sólo con el pene del hombre que lo hizo sino también utilizando un objeto romo, como pudo haber sido un palo, lo cual motivó que por reflejo vagal se produjera la muerte de la niña”. Explicó que la adolescente murió a causa del “excesivo dolor” luego de ser empalada.
Cerca de las tres de la tarde, la llevaron al centro barrial. Allí la recibió el subsecretario de Salud de la municipalidad, el médico Pablo De la Colina, que se encontraba de guardia. “Siguiendo el protocolo hicimos tareas de reanimación durante 40 minutos, pero no la pudimos sacar”, contó. Recordó que “la nena estaba acompañada por un joven, que se mostraba tranquilo”. Se trataba de Farías. “Otro hombre, mayor, con el que la había traído, se fue enseguida”. De la Colina contó que no presentaba signos de violencia, los que luego corroboró la Policía Científica.

Tras la detención de los imputados se allanó la casa de Farías. Allí la Policíasecuestró “preservativos usados, sábanas y frazadas, elementos de uso sexual, sábanas y frazadas, blister de pastillas y municiones”, relató una fuente del caso. Aunque no se hallaron armas, había proyectiles calibre 22 y 9 milímetros. También una balanza de precisión y cucharas donde calentaron cocaína. “Violación seguida de muerte agravada por la provisión de estupefacientes, y homicidio criminis causa”, es el delito que le imputan a Farias y Offidani. Contempla una pena de prisión perpetua

Le dieron 18 meses de vida pero él curó su cáncer... de una manera ilegal

David Hibbitt es un hombre británico de 33 años y un sobreviviente del cáncer. En abril de 2016, se casó con su compañera desde hacía seis años, Heather, para celebrar que estaba curado. Aprovechó el momento para anunciar a sus seres queridos que el cáncer había desaparecido por completo. Sin embargo, el camino hacia la curación definitiva había sido muy difícil. 



En febrero de 2015, los médicos le dijeron a David que su cáncer de intestinos, diagnosticado en 2012, había llegado a su fase terminal. Afirmaron que le quedaban tan solo 18 meses de vida. 

Fue un golpe muy duro para David y su familia, pero también fue un momento de quiebre, en el que él decidió que haría lo posible para curarse, sin importar la opinión de nadie, a veces siquiera de los médicos. 

David decidió probar un tratamiento alternativo del que le habían contado sus amigos y sobre el cual había leído en Internet: el aceite de cannabis. No le importó tener que quebrar la ley para probarlo. 
Antes de decidirse por este tratamiento poco convencional, David había intentado todo con la medicina tradicional. Pero la cirugía y la radioterapia no habían funcionado, y él sentía que la quimioterapia lo estaba matando. Fue entonces, tres meses luego del diagnóstico terminal, cuando decidió que no tenía nada que perder.

Los efectos del aceite de cannabis, según él mismo explica, fueron inmediatos. "A las pocas horas, comencé a sentir hambre y a poder dormir mejor. Luego de algunos días, sentí que volvía a ser yo mismo después de la quimio. Mi cabello crecía y me sentía bien. Luego de algunas semanas, desapareció un temblor en mis manos y pies que tenía como efecto de la quimioterapia y me habían dicho que duraría para siempre". Con esa primera experiencia, David supo que el nuevo tratamiento había valido la pena, porque había mejorado su calidad de vida. Fue entonces cuando quiso ir por más.

"Me decidí a tomar más aceite y no volver a la quimio. Me habían dicho que era un paciente terminal. ¿Entonces qué sentido tenía hacer quimioterapia y pasar sintiéndome mal los últimos dos años de mi vida?". Para alegría de David y su familia, el aumento de la dosis de aceite de cannabis fue un éxito. En febrero de 2016 el cáncer desapareció por completo y él y Heather comenzaron a planear su boda.

Estos son los archivos ocultos del caso real de ‘El Exorcismo de Emily Rose’

La película “El Exorcismo de Emily Rose” estuvo basada en la historia real de Anneliese Michel, quien al cumplir 16 años comenzó a sufrir grandes cambios en su comportamiento y a desmejorar en su salud
La joven alemana, quién nació el 21 de septiembre de 1952, fue diagnosticada con epilepsia por un neurólogo de la clínica Psiquiátrica de Wurzburg, Alemania.

En 1970 ella contó a sus padres que estaba atormentada con la idea de que estaba poseída. “Voces empezaron a perseguirla, además de ver extrañas imágenes, que se podían considerar “diabólicas”, dijo en un determinado momento a sus cercanos.
Tres años después de esa confesión sus padres visitaron a diferentes pastores solicitando que le realizaran un exorcismo. Sin embargo, sus requerimientos fueron rechazados. Los ataques epilépticos no disminuyeron y su conducta se volvió mucho más violenta.


En su casa en Klingenberg, insultaba, golpeaba y mordía a sus familiares. Se rehusaba a comer porque “los demonios se lo prohibían”. Además, dormía en el suelo, comía arañas, moscas y carbón, y bebía su propia orina.

En septiembre de 1975 y luego de hacer una exacta verificación de su posesión, el obispo de Wurzburg, Josef Stangl, le ordenó al padre Arnold Renz y al pastor Ernst Alt practicar un “gran exorcismo”.
Entre septiembre de 1975 hasta julio de 1976 se le practicaron una o dos sesiones de exorcismo por semana. Los ataques de Anneliese durante estos encuentros eran tan fuertes, que a veces debía ser sostenida por tres hombres e incluso hubo que encadenarla.


Se hicieron más de 40 grabaciones durante este proceso con el propósito de preservar los detalles. El último día del exorcismo fue el 30 de junio de 1976, y para este punto Anneliese ya sufría de neumonía, estaba completamente delgada y tenía fiebre muy alta.
De acuerdo a la evidencia forense, la joven alemana murió de hambre. Lo último que ella dijo a sus exorcistas fue: “Rueguen por el perdón” y a su madre le dijo: “Mamá tengo miedo”.


Tras su muerte sus padres junto a los dos sacerdotes, fueron juzgados como posibles culpables de “asesinato”, ya que según la autopsia que se realizó el 1 de julio de 1976, Anneliese Michel sucumbió a los efectos de la deshidratación y la desnutrición.