Los asesinos quisieron hacer creer que Lucía Pérez (16) había muerto a causa de una sobredosis de cocaína. Se sospecha que aún estaba inconsciente cuando la lavaron, la vistieron y la llevaron a un centro de salud: “Se desplomó”, dijeron al ingresarla.
Los médicos intentaron reanimarla, un procedimiento urgente y necesario que terminó resultando en vano porque la chica había muerto minutos antes. Pero los asesinos no pudieron ocultar los vejámenes a los que la habían sometido y que fueron los que finalmente le provocaron la muerte: tras drogarla y violarla, la empalaron.
“Fue sometida a una agresión sexual inhumana”, sintetizó la fiscal del caso.
La chica salió de su casa en la mañana del sábado y fue a lo de Matías Gabriel Farías (23), a quien había visto el día anterior. “El le había dado un cigarrillo de marihuana” y al parecer, según los investigadores, “habrían entablado una especie de relación sentimental; ella tenía 16 años y él 23, pero aparenta menos”.
“Fue sometida a una agresión sexual inhumana”, sintetizó la fiscal del caso.
La chica salió de su casa en la mañana del sábado y fue a lo de Matías Gabriel Farías (23), a quien había visto el día anterior. “El le había dado un cigarrillo de marihuana” y al parecer, según los investigadores, “habrían entablado una especie de relación sentimental; ella tenía 16 años y él 23, pero aparenta menos”.
La fiscal confió a la prensa que ambos imputados se dedicaban a vender drogas en inmediaciones de escuelas. Lucía cursaba el último año de la secundaria en la Escuela Media N° 3, de Juan B. Justo al 600, cerca del puerto.
En la casa de Farías, en Racedo al 4800 del barrio Playa Serena, la joven fue drogada y abusada. La fiscal contó que allí “se le proveyó de cocaína en abundancia, también de cigarrillos de marihuana y, mermada su voluntad, se la sometió a un vejamen terrible, ya que fue violada vía vaginal y anal, no sólo con el pene del hombre que lo hizo sino también utilizando un objeto romo, como pudo haber sido un palo, lo cual motivó que por reflejo vagal se produjera la muerte de la niña”. Explicó que la adolescente murió a causa del “excesivo dolor” luego de ser empalada.
Cerca de las tres de la tarde, la llevaron al centro barrial. Allí la recibió el subsecretario de Salud de la municipalidad, el médico Pablo De la Colina, que se encontraba de guardia. “Siguiendo el protocolo hicimos tareas de reanimación durante 40 minutos, pero no la pudimos sacar”, contó. Recordó que “la nena estaba acompañada por un joven, que se mostraba tranquilo”. Se trataba de Farías. “Otro hombre, mayor, con el que la había traído, se fue enseguida”. De la Colina contó que no presentaba signos de violencia, los que luego corroboró la Policía Científica.
Tras la detención de los imputados se allanó la casa de Farías. Allí la Policíasecuestró “preservativos usados, sábanas y frazadas, elementos de uso sexual, sábanas y frazadas, blister de pastillas y municiones”, relató una fuente del caso. Aunque no se hallaron armas, había proyectiles calibre 22 y 9 milímetros. También una balanza de precisión y cucharas donde calentaron cocaína. “Violación seguida de muerte agravada por la provisión de estupefacientes, y homicidio criminis causa”, es el delito que le imputan a Farias y Offidani. Contempla una pena de prisión perpetua
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