No existe nadie en el mundo que no haya escuchado hablar de “el destino”, ese futuro incierto que todos quisiéramos conocer desde ya pero que admitimos sería muy aburrido. Algunas religiones dicen que “Dios lo escribe para cada uno por separado” y de ser así pues Dios debe tener una gran máquina de escribir o un MacBook. Otros que no son tan devotos afirman simplemente que “el destino está escrito”, y los más cuerdos decimos que lo escribes tú mismo.
Lo cierto es que existen al menos 3 afirmaciones (que yo recuerde) que pronunciamos por mera costumbre y que se refieren a la creencia de que todo lo que hacemos está previamente escrito en un guion y que nosotros simplemente somos actores de una película llamada “Vida”.
Estaba escrito que así debía pasar:
¡Ah, claro! Como ya pasó y todos lo sabemos pues ahora podemos decir que sí, que eso estaba escrito y ¿Quién puede decir que no es así? Si todos lo vimos. Esta es una de las expresiones más descerebradas del mundo y, de hecho, puede ser tomada como una burla y una falta de respeto. Si esto estaba escrito, que así debía pasar ¿Por qué diablos no se le ocurrió a quien lo sabía, avisarnos qué, cómo y cuándo pasaría?
Las cosas pasan por algo:
¡Oh, pero qué genio! Eres tan inteligente por saber que las cosas pasan por algo. Por favor, claro que las cosas pasan por algo, no cabe duda de eso, pero las personas dejan abierta esta expresión para insinuar que algo superior e incontrolable tuvo que ver; que él, ella, eso o lo que sea lo sabía y quiere darnos una lección, demostrarnos sus súper poderes y que le tengamos miedo porque “puede hacer con nosotros lo que desee”. ¡Vamos! Las cosas pasan por algo que nosotros hacemos o que alguien más (que es real) hace. No podemos evadir la responsabilidad sobre eso, es una elección.
Lo mejor es lo que sucede:
¡Pero por supuesto! Seguramente yo me quería enfermar, quería que me robaran, quería perder todo mi dinero en esa inversión o cualquier otra desgracia que pudo haberme pasado. No vale, no siempre lo mejor es lo que sucede. Hay en exceso situaciones, decisiones y acciones por las que hubiésemos preferido no tener que pasar, haber elegido o hecho algo distinto. Pero debemos aceptar que no existe un reloj del tiempo que podamos retroceder para reparar el pasado. De hecho, cuando aceptamos que lo que pasó no estuvo bien estamos dando el primer paso para intelectualizar y no repetir los mismos errores en el futuro.
El destino no está ahí pues es futuro, es incierto y no podemos saber qué va a pasar, pero podemos decidir previamente cómo nos comportaremos y qué pretendemos alcanzar.
¿Vamos a seguir considerando nuestra propia vida como algo que está fuera de nuestro control?
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