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viernes, 14 de octubre de 2016

¿Hacemos Lo Que Nos Gusta? ¿O Lo Que Alguien Dice Que Nos Ha De Gustar?

Los seres humanos nos enfrentamos a diario a situaciones en las que hemos de tomar decisiones. Nuestro día a día se forma de pequeñas decisiones que una a una acaban definiendo nuestra personalidad y determinan quiénes somos en realidad. Si nos pusieran una pequeña cámara que nos grabara durante un día normal, nos daríamos cuenta de que todas y cada una de las acciones que llevamos a cabo no son más que el resultado de un proceso mental previo, ya sea profundo o superficial.

Lo podéis poner en práctica cualquiera de vosotros en este mismo instante. Me explico: Desde primera hora de la mañana uno ha de decidir si poner mermelada de fresa o de melocotón en la tostada, si escuchar música o las noticias por la radio, si hacerse el café largo o corto… Naturalmente, muchas de estas acciones ya se han convertido en rutina, por lo que actuamos de manera mecanizada y prácticamente ni pensamos. Lo hacemos con el ¨piloto automático¨ puesto. Una vez le damos el último sorbo al café salimos disparados al trabajo/universidad/colegio a cumplir con nuestras obligaciones en las que tendremos que lidiar con infinidad de circunstancias que requieren de nuestras capacidades y aptitudes para solventarlas con éxito.
Como estudiante, todos nos hemos encontrado en alguna o varias de las siguientes situaciones que requieren actuación por nuestra parte:

-Llevarte el portátil a clase o no
-Llevar folios en blanco, rayados o a cuadros
-Ir a clase o al bar
-Ir a la siguiente clase o quedarte más rato en el bar
-Escoger a compañeros para los trabajos en grupo
-Hacer intervenciones en clase o callar y escuchar
-Cuánto tiempo dedicarle al estudio/preparación de clases y proyectos y cuánto a otros asuntos
-Apuntarte a academia para los exámenes finales o no


Para tomar esas decisiones, así como tantas otras a lo largo del día, influirán muchos factores, pero el denominador común de todas ellas es que intentaremos-en la medida de lo posible- hacer lo correcto; intentaremos que esas decisiones que tomemos sean las acertadas y nos ayuden a estar mejor y a ser más felices. Y cuando hablo de hacer lo correcto, me refiero justamente a hacer lo que nosotros creemos y sentimos que es lo que debemos hacer para lograr nuestros objetivos, no lo que “se supone” que debamos hacer. Por supuesto, no todo lo que a mí me vaya a hacer feliz tiene que ser lo que a ti te haga feliz. Y esto es algo que hay que tener muy claro. Por eso mismo no hay una verdad universal en muchos asuntos.

Parece como si hubiera una voz externa que nos dijera lo que es correcto y lo que hay que hacer en la vida para triunfar. Y no sólo eso, sino que incluso nos llegamos a sentir mal si no hacemos ciertas cosas, pensando en el qué dirán.

Siempre habrá una presión social y un “algo” que intentará irrumpir en nuestras mentes, haciendo que nos comportemos como marionetas, y que actuemos según los gustos de un ser que vela únicamente por sus propios intereses. Pero no hay que dejarse influenciar; sólo nosotros sabemos lo que queremos, y desde luego, nada ni nadie lo cambiará.

Habrá gente que se tomará la mermelada de fresa y otra elegirá la de melocotón, incluso habrá alguien al que le gustará la de pasas, y no por ello es mejor ni peor. Simplemente es alguien que ha descubierto lo que le gusta, y no se avergüenza de ello,por poco común y poco “estandarizado” que pueda parecer. Muchos de vosotros leeréis esto y diréis: “Qué tío más raro, le gusta la mermelada de pasas…” Pero entonces yo os pregunto: “¿ No sería más raro que, aun gustándole la mermelada de pasas, se tirara el resto de su vida comiendo mermelada de fresas o melocotón, simplemente porque está mejor visto y socialmente más aceptado?
Creo que todos debemos reflexionar sobre ello y analizar a fondo si lo que hacemos, lo hacemos porque nos gusta y queremos, o si muchas veces nos estamos dejando llevar por lo que se supone que está bien. Todo es subjetivo y hay muchísimos tipos de personas, por lo que a todos nos afectarán las cosas de manera distinta y hay que aprender a aceptarnos tal y como somos, por “raros” que podamos parecer.

A uno le irá bien llevarse el ordenador a clase, a otro le ocupará demasiado espacio y será más una incomodidad que otra cosa.
Unos necesitarán hojas cuadriculadas para dibujar gráficos, mientras otro se apañará con folios en blanco.

En todas estas decisiones estamos actuando en base a qué es lo que nos aporta cada cosa y cómo ello contribuye a que seamos mejores. Hemos de olvidarnos de estereotipos y convicciones sociales. Nadie sabe mejor que tú lo que se te da bien, sólo has de encontrar ese “algo” y apostar fuerte por ello.

Como dije al principio, algunas de las acciones que llevamos a cabo en un día las tomamos con el “piloto automático” puesto, lo cual no es malo, ya que hay que tener una mínima rutina para tener nuestra vida ordenada, pero ésto sólo es bueno si sabemos desactivarlo en los momentos que toca y actuar a conciencia. Si has repasado tu día a día y has analizado el porqué haces las cosas que haces y porqué tomas las decisiones que tomas, supongo que te habrás dado cuenta de cuántas veces estás siendo tú y cuántas otras estás siendo lo que tus profesores, padres, amigos o conocidos quieren que seas. ¿Quién quieres ser?

Conocerse a sí mismo y aprender qué es lo que de verdad le mueve a uno es el primer paso. Muchos mueren sin llegar a saberlo. Esforcémonos por que no nos pase a nosotros y ayudemos a otros a encontrar su camino. Es nuestro momento y los días pasan volando. Pongámonos las pilas. Seamos nobles con nosotros mismos y luchemos por lo que queremos. ¡Los resultados llegarán solos!

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