Este enclave lombardo hace que cualquiera se derrita con esa luz y ese crepúsculo tiñendo sus calles y canales. Absolutamente eclipsada por su queso y por la cercana Milán, Gorgonzola sobrevive al efecto ciudad-dormitorio con piazzi llenas de vida, iglesias con encanto como las de San Gervasio y Protasio o el santuario de la Madonna dell’Aiuto. Y, cómo no, con fiestas y ferias en torno a su inconfundible queso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario