1. El mundo es un lugar enorme
En mayor o menor grado, todos estamos afectados por la miopía del egocentrismo. Es una enfermedad común que nos impide ver más allá de nuestras narices, reduciendo el mundo a nosotros mismos y unos pocos centímetros a nuestro alrededor, dependiendo de la morfología de tu nariz. Lo que se come en mi casa es lo mejor, las fiestas de mi pueblo son insuperables, la música que escucho es genial… Y así vamos sesgando nuestros gustos según el lugar en el que vivimos. ¿La solución? Viajar, conocer y vivir experiencias nuevas. Gente diferente, comida diferente, música diferente… Ábrete a lo nuevo y disfrútalo.
2. Siente la libertad, tú decides
Esta es la principal ventaja de viajar solo. No dependes de nada ni de nadie. El mundo está a tus pies, girando y ofreciéndote una inmensa variedad de posibilidades. En tu mano queda decidir qué camino tomar, qué sitios visitar y cuánto tiempo te quedarás en cada uno de ellos.
3. Compensa el dinero con energía
No necesitamos grandes lujos ni comodidades para disfrutar del viaje. Aprovecha que estás en tus 20’s para viajar por mucho menos. Nuestros cuerpos son todavía demasiado jóvenes como para necesitar un billete en primera clase. Hostales, pensiones, albergues… qué más da el lugar donde duermas cuando hay tanto mundo por ver.
4. Tiempo para conocerte a ti mismo
Es bastante posible que pensemos que nos conocemos muy bien a nosotros mismos. Ya he crecido, he madurado y este soy yo. Sin embargo, la realidad es que nos hemos conocido a nosotros mismos en el día a día, viviendo las mismas situaciones, rodeados de la misma gente y en una misma cultura. Por consiguiente, cabe pensar que tan solo conocemos una parte de nosotros. Tal vez si viajamos, vivimos nuevas experiencias y afrontamos retos, lleguemos a conocer otra parte de nosotros mismos que se había mantenido oculta en la rutina, a la espera de esas nuevas situaciones y lugares.
5. Aprende a amar
El mundo está repleto de cosas maravillosas preparadas para ser amadas. Países, gente, comidas, culturas… un sinfín de experiencias nuevas de las que te acabarás enamorando. Déjate invadir por los cinco sentidos, que los sabores se mezclen en tu boca y los sonidos ericen tu piel. Y así, con el alma henchida y una sonrisa de oreja a oreja, aprenderás a amar cuanto te rodea.
6. La recompensa de viajar
Párate a pensar en la cantidad de cosas que compras a diario. Jamás llegarán a aportarte tanto como viajar. Y es que el dinero que gastes en un viaje nunca caerá en saco roto, puesto que te será devuelto en forma de recuerdos inolvidables, experiencias y vivencias increíbles, así como amistades en los cinco continentes. Siempre volverás a casa con la sensación de ser un poquito más sabio.
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