Pueblos con nombre de queso (como Appenzell, que tiene su propio pueblo y su propio cantón)
Cada vez que los oímos nombrar el cuerpo reacciona cual perro de Paulov segregando saliva. O respondiendo con un “aaaaaah” de placer a lo Homer Simpson. Es la magia de este alimento sabroso y su capacidad de adicción. Pero tras sus nombres hay una historia y también un precioso pueblo homónimo que merece una buen paseo. Aunque sea para hacer hambre antes del atracón.
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