Pero tanta fue su preocupación por este girasol que, aún habiendo plantado algunos ejemplares más, únicamente este les llevó a regarlo con vino Mencía ante la falta de agua en la huerta. El caso es que los resultados saltan a la vista. Fuese a causa del vino o no, el ejemplar sigue creciendo sin parar para gran asombro de los constantes curiosos que hasta allí se acercan para dar fe de sus cinco metros de altura -medidos a propósito-, y para lo que fue necesario sujetar la planta a una caña.
Por lo de pronto, tanto Gerardo como José Ramón piensan seguir cuidándola, dado su excelente estado, agradeciendo a Suso, de la cafetería Bolero, su inestimable colaboración, si bien parecen haber reconsiderado que lo mejor, de ahora en adelante, «vai ser regala máis con auga», según explica Gerardo Romarís.
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