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lunes, 24 de febrero de 2014

El jardín encantado tomado por la jungla de Xilitla

Esta es la historia de un delirio surrealista nacido de la voluntad de un excéntrico millonario de otros tiempos. El intento de un artista frustrado para levantar, en un exuberante rincón de la selva en México, aquello que su creatividad y billetera le permitiesen.

El resultado fue un conjunto casi olvidado para la historia del arte, una fantasía escultórica que parece salida de los diseños imposibles de Escher, los restos decadentes de una civilización perdida o los decorados abandonados de un film de ciencia ficción.

Las Pozas de Xilitla era el paraíso particular de Edward James, un carismático personaje a caballo entre sus inicios como mecenas de grandes artistas como Dalí o René Magritte, hasta el viejo brujo chamán en su retiro tropical, jugando a construir su sueño alucinante:


Jungla de asfalto. Escaleras a ninguna parte, columnas sosteniendo el cielo, puertas sin muros que les den utilidad, puentes desembocando en el abismo..
Aunque se hunda en el asfalto. La belleza es el fin último de los edificios, que no tienen otra finalidad que en todo caso, servir de refugio para los sueños individuales y colectivos de todos los visitantes y residentes que han pasado por aquí.
 

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